Es una propiedad innata de la juventud el sentido
de ‘rebeldía’ contra lo que encuentran establecido, actitud que es incluso
genéticamente positiva, puesto que pretende en sí la mejora y el cambio frente
a la actitud conservadora de la madurez.
Por ello ha sido siempre la juventud el ariete de
los cambios, aunque las ideas y las propuestas concretas las hayan movido
a menudo intelectuales o políticos ya mayores.
Ante esta realidad toda revolución debe imbuir en
la juventud la mayor de las ilusiones, creando así una fuerza invencible, una
juventud idealista que lucha por ese cambio positivo que se propone, sea real o
no después en la concreción práctica.
Pero por esa misma razón la juventud, si es
llamada a una actitud negativa también genera la punta de lanza de la
decadencia, las formas más extremas de brutalidad o de corrupción moral.
Fueron jóvenes llenos de odio los que aplaudían a
los carromatos llenos de personas camino de la guillotina francesa, los que
quemaban iglesias y violaban monjas en la España de 1936, los que arrasaban
granjas y agricultores en las purgas de ’propietarios’ soviéticas.
Y son jóvenes los que piden drogas, bailan como
locos bajo efectos del alcohol y reclaman todo tipo de vicios sexistas en las
noches de la sociedad capitalista.
Hoy la juventud quiere ser ‘rebelde’ y el sistema
lo sabe, por ello ha establecido el camino adecuado para canalizar esa rebeldía
natural: el hedonismo desembocado, el placer buscado por todos los medios, la
violencia ciega, quemar lanzar piedras, para luego ir al baile sexista, el
ruido rítmico y la droga.
El gran reto del sistema es evitar que esa
rebeldía juvenil natural se encauce en una actitud contraria, la seriedad de la
lucha, la actitud heroica, el sacrificio y la fuerza de voluntad, la disciplina
activista … todo aquello que podría derribar su mundo del dinero, al
enfrentarlos a los anti valores propios de ese hedonismo económico que domina
el mundo.
Por ello uno de los graves peligros de la lucha
alternativa revolucionaria, incluso la orientada en posiciones
nacional-socialistas, es que aunque las ideas fueran en teoría ‘correctas’ la
fuerza juvenil se oriente en el sentido de una rebeldía hedonista, copiando
esas formas que el sistema propone como ‘rebeldes’ y que no son más que el
camino degradante de la bajeza violenta pero sin la calidad humana que es lo
podría hacer peligrar al sistema.
Cuando vemos a los jóvenes de las Hitlerjugend o
de las chicas de la BDM del III Reich no vemos a gamberros, ni gays bailando
rítmicamente bajo el alcohol ni buscando un sexismo ruin como diversión, vemos
una juventud alegre y fuerte, disciplinada y dispuesta a sacrificarse por la
comunidad, dispuesta a trabajar para ayudar a los demás, no para distraerse
ellos en su placer. No destruyen las calles ni piden pornografía o legalizar
drogas, sino piden trabajo para construir un futuro, eso si, libres de la usura
y de la opresión del dinero.
Por ello los nacionalsocialistas no debemos pedir
primero a nuestro jóvenes camaradas que lean y aprendan IDEAS, sino que
aprendan y cumplan forma de conducta, que fortifiquen el carácter y sus formas
de ocio, que sepan dominarse y vencer sus vicios, que alcancen primero calidad
humana antes que ideas políticas. Sin el cambio del Hombre, no hay cambio de
sistema.
Antes de leer deben limpiar de basura los campos y barrios o ayudar a vecinos con problemas, antes deben saber apoyar a sus padres ancianos que pedir ideologías.
Si algún día logramos derribar al sistema
demo-capitalista no será con hedonistas llenos de ideas sino con trabajadores
dispuestos a sacrificarse por la comunidad.
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