jueves, 28 de enero de 2010

-EL NEGOCIO DE LA TELETON

A ninguno de los participantes en una inauguración le importó que la Teletón sea un acto de caridad y limosna caprichosa y voluntariosa, propia de la Edad Media porque ellos sólo buscan las miradas y las cámaras de tele.

“LA TELETON ESTIGMATIZA A LAS PERSONAS CON DISCAPACIDAD, QUIENES PASAN A SER SUJETOS DE CARIDAD Y NO SUJETOS DE DERECHO. LA LIMOSNA ES INDIGNA, ES HUMILLANTE Y REPRESENTA APENAS UN PALIATIVO. LA LIMOSNA ES COMPLICE DE LA POBREZA Y LA MARGINACION”

El concepto básico de la Teletón consiste en la creación de espacios a las empresas para que éstas hagan aportes millonarios a cambio de la exhibición de sus nombres en las pantallas o gigantografías y consigan un necesario lavado de imagen. Las empresas, que donan grandes cantidades de dinero las cuales posteriormente descuentan de impuestos, son las mismas que planifican y hacen todo lo posible para evadir impuestos, eluden el royalty por los recursos naturales que extraen, no asumen los costos ambientales que generan ni la infraestructura que utilizan, se oponen a la formación de sindicatos, explotan intensivamente a su personal, se niegan a pagar salarios justos y mantienen una gran cuota de cesantía para regular los sueldos. Son esas mismas las que maximizan sus ganancias con ayuda de la propaganda que la Teletón les brinda.

     La vanidad y la imagen de éxito exige, respecto de cada versión de La Teletón, superar la cantidad de dinero de la anterior. Si de esa manera se reúne una suma para solventar en parte la atención de los niños lisiados es porque en alguna parte del país existen tales recursos. El problema es que se aplica un caprichoso sistema de limosnas para obtener esta suma, desvirtuando el legítimo derecho de esos niños lisiados y olvidando a otros que también necesitan.

La Teletón utiliza y exponen a niños con problemas para ablandar el corazón de las personas. Mientras más lisiados y/o mutilados, mayores son los aportes. Así funciona el morbo solidario. La Teletón es limosna. 

Es la antítesis de la justicia social.

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